martes, 6 de febrero de 2007

Dar y quitar carnés

Como decía el clásico, el sentido común es la cosa mas abundante y mejor repartida del mundo, pues todos creemos tener suficiente y pensamos que no necesitamos más y que hasta podríamos dar a otros algo de lo que nos sobra. No es que yo me considere sobrado de tan bien repartido sentido, pero, como hijo de vecino, creo que tengo mi porción, que trato de aplicar a los problemas cuyos entresijos desconozco. Por ello, aunque no soy experto en leyes ni en procedimientos legales, mi sentido común me previene contra la nueva norma que permite a los guardias retirar el carné de conducir.
En primer lugar, el asunto no está claro. Lo pueden retirar ¿por cuánto tiempo? Lo lógico sería durante unas horas, mientras existe “la evidencia” de que el conductor no puede ejercer su función. Pero en este caso ¿no basta con inmovilizar el vehículo y prohibir directamente la conducción al interesado?
Por otra parte, el concepto de “evidencia” es relativo. Basta ir a un partido de futbol para comprobarlo. El penalti que es evidente para unos resulta dudoso para muchos e inexistente para otros. Si no hay partido de futbol a mano, vale también una sesión de las Cortes. Lo evidente para los que se sientan a la derecha resulta abstruso para los que se sientan enfrente, y vicecersa.
Pero las mayores reservas vienen por el camino de la proporcionalidad que creo debe haber entre el modo de conceder un título y el modo de retirarlo. Comprendería que los guardias retirasen un carné de conducir si para obtenerlo bastase con solicitarlo y pagar unas tasas. Pero no es así. Obtener el carné de conducir se ha convertido en una pequeña oposición con al menos dos ejercicios. Creo que ahora hay que acreditar unas horas de academia, pasar un reconocimiento médico, hacer un examen teórico y otro con el vehículo apropiado en marcha y acreditar las habilidades pertinentes. El que examina es un señor ingeniero que supongo también ha hecho una oposición previa para poder examinar. Por otra parte, sacar ahora el carné cuesta mucho dinero y no poco tiempo y dedicación. Sé de personas, muy competentes en sus trabajos respectivos, a las que obtener el carné les ha supuesto muchas horas de estudio, de preocupaciones y de prácticas, además de cientos de miles de pesetas. No todo el mundo está dotado para todo.
Si se precisan varios exámenes para obtenerlo parece lógico que sea necesario al menos uno para retirarlo, y si los exámenes para sacarlo los hacen personas especialmente cualificadas para ello (médico e ingeniero) parece lógico que tambien para retirarlo se acuda a alguien cualificado, como es el juez. El asunto tiene su vertiente ética, pues no pocas familias viven gracias al carné de conducir de alguno de sus miembros, y si se le retirase, la familia puede verse en graves apuros. Estoy seguro de que los guardias tienen en su mayoría muy buen sentido, pero también creo que sería sobrecargarlos con una responsabilidad excesiva, pues se les obliga a dictar una sentencia sin juicio previo, y por tanto sin poder escuchar a defensores ni a fiscales. Sería una sentencia sin juicio, un juicio sin instrucción, una instrucción sin defensa...
En el fondo, esta medida disminuye la importancia del carné. Lo devalua, que supongo es lo contrario de lo que se busca. Algo que cuesta mucho obtener debe ser tratado con más miramientos. Esto me recuerda un episodio curioso sucedido hace muchos años en Oviedo, al lado de la Universidad: el padre de un alumno de Derecho llegó a la capital y trató de ver al catedrático de Civil para recomendar a su hijo. Como no lo conocía personalmente, se informó. Alguien le dijo:
- Mire, es ese señor del paraguas que sale ahora de Alvabusto
El padre del alumno abordó al señor indicado
- Perdone...¿es usted por casualidad el catedrático de Civil?
El profesor se para, le mira con severidad y contesta con cierta indignación:
- Por casualidad no, señor, ¡por oposición!

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