Cuando era poco mas que un niño, hacia los trece años, me tuve que ir a estudiar a Valladolid interno, pues, en aquella época, a los huérfanos de médicos de toda España nos llevaban allí. Entonces la distancia entre Valladolid y Oviedo era muy grande, y las diferencias entre las ciudades muy notables. Una de las cosas que más me llamaba la atención era la profusión de sentencias y refranes que profesores y alumnos soltaban a diario. Incluso los niños pequeños los decían con cara seria, grave y solemne, como si fuera el oráculo de Delfos, quizá porque así se lo habían visto hacer a sus abuelos.
Un día, un profesor dijo mientras salía de la clase: estaré fuera unos minutos; si me entero de que alguien habla, se quedará todo el mes sin recreo. Nadie habló, excepto yo, que le dije a mi compañero de pupitre:
- Es mucho castigo para falta tan pequeña
El muchacho respondió todo serio:
- El miedo guarda la viña
Y a la salida de clase me explicó que en su pueblo (que creo que era Torrecilla de la Orden) no había guardas en las viñas, pero que si veían a alguien cogiendo uvas ajenas sin más preámbulos le metían una perdigonada. Yo dije asustado:
- ¿Pero con perdigones de verdad?
- De verdad de la buena. Si son niños pequeños algunos usan cartuchos cargados de sal, que hace menos herida, pero duele más. Pero así hemos acabado con hurtos y robos. En otros pueblos también lo hacen. Sienta muy mal podar y cuidar el majuelo para que las uvas se las lleven otros, que encima después se rien de ti, por tonto.
La verdad es que no volví a pensar en el refrán hasta veinte años más tarde cuando una amiga me contaba un viaje por un pais árabe, entonces pobre, y se quejaba de la miseria que había y de lo que la habían importunado los miles de pedigüeños que rodeaban a los turistas. Sin prestar mucha atención le dije:
-Supongo que habrá muchos robos, con tanta necesidad...
- Nadie roba. Piden, pero no roban. Allí se rigen por el Corán y al que roba le cortan las manos. He visto a algunos hombres así, mancos totales, pero escasos. Se roba menos que aquí.
Entonces me acordé otra vez del refrán castellano y pensé que efectivamente tenía su aquél.
Pasaron de nuevo años sin que me volviera a las mientes, hasta antes de ayer, que lei lo del etarra convicto de 25 asesinatos que va a salir a la calle. También saldrán enseguida los que llevaban a Madrid dinamita bastante para causar miles de muertos. Recordé que Atucha se cisca en el Tribunal Supremo y aquí no pasa nada. Robar y matar sale muy barato en España. Unos meses de carcel por cada millón de euros robado o por cada asesinato, y eso en prisiones en las que algunos brindan con champan y se alimentan de caviar.
Podríamos poner docenas de ejemplos de robos casi impunes, de ladrones que no devuelven lo robado, de partidos que se financian ilegalmente, de asesinos confesos que son absueltos, de jueces que se ríen de la ley, de políticos rebeldes, etc.. Está muy claro que aquí el miedo no guarda la viña. Aquí sólo se cumple la ley con los honrados ciudadanos que se retrasan o se olvidan un sólo día de pagar a Hacienda, o que salen a cenar en coche y toman un parde vinos. Esos sí que estamos acojonados con que nos retiren el carnet de conducir o con las inexorables y elevadas multas. Pero los ladrones y los asesinos y los que se pasan la ley por el arco de triunfo son otra cosa... mientras anden en política o sus aledaños, o estén protegidos por políticos y asimilados.
Aqui, si eres honrado ciudadano y se te olvida pagar la viñeta del coche, estate cierto de que te embargarán la cuenta corriente sin contemplaciones, pero si eres político nacionalista ten por seguro que puedes ciscarte en lo que quieras, incluidas las que pomposamente llaman “Altas Instituciones del Estado”, pues en este caso las autoridades, antes de castigar, se la cogerán con papel de fumar y buscarán sutilezas legales antes de molestar a sus compañeros de oficio. Probablemente tenemos el terrorismo que nos merecemos. Es una frase muy dura, pero quizá tenga parte de razón. En la época franquista, los ingleses, para fastidiarnos, solían decirnos a los españoles que andábamos por allí: “cada pais tiene el gobierno que se merece”. Tal vez sea así. Aquí, en vez de reformar la Constitución para introducir la cadena perpetua, como en Francia, algunos la quieren reformar para que asesinos y amigos de asesinos vivan aún mejor. Ahora en España el miedo no guarda la viña. Por eso nos vamos a quedar sin uvas...y sin viña. Y después, mientras otros se las comen, se reirán de nosotros.
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